lunes, 25 de junio de 2012

Hada, ya despierta.



La mañana es pegajosa de piel, de miel aroma, cerveza color ámbar con vodka sudor en vasos rojos, sin hielos y sal - o eso creo - y limón y popper de farmacia para el dolor y el dormir y el sentir escuchando como se rompen las neuronas acomodadas por el DJ en turno.  El calor del domingo sin sonido, o quizá lunes, -porquemeperdientuspiernasllenasdepecas - mordisquea esos labios secos y ojos entreabiertos marcados de sombra en la parte de abajo, como colgando unas bolsitas con café –esquenohemosdormido- ni ha dejado de verla desnuda –llenadepecas- ni de buscar debajo de la ropa botes, cenizas, alfombra blanca; el último suspiro. Ella en cambio, parece estar en un molde, lista para comerse o morderse o –algoasí- horneada como pastel en un plato de winipu –quenosededondesalio-.  Juguemos ajenos a todo. Si eso es posible. Hada.


         - Hada, ya despierta.
Ella no suda, ni se mueve, ni se muerde y sonríe cuando duerme –segundicen- y abraza una almohada. Se conocieron hace seis o siete años. Hada apenas llegaba a los quince y Quique ya tenía diecisiete.  Todos los viernes, sin excepción, se juntaban en casa del Pooni a escuchar a Los Intoxicados, prender inciensos de vainilla y fumar mota con la pantalla del televisor en MuchMusic –porquenmejiconohaynadabueno- luego se abrazaban, le tomaban a la caguama, jugaban a ser un equipo y coreaban y hablaban de poesía sin conocerla, cuando enojados eliminaban pedazos del mundo sin más y se cuestionaban de cuando no se sabe elegir, ¿por qué? Será porque faltan opciones y las nuestras siempre han sido ser invisibles.

        - Creo que nada de lo que creemos que nos representa, lo hace.
 -  Te dibujé un planeta, el nuestro.
-       Tú no entiendes Hada, tener futuro es como tener pasado. Así, igual de culero.
-     Nuestro verdadero problema es que ya olvidamos coger, como animales que somos.


Para Hada hablar de pasados y futuros significaba recordar demasiado    --  esloquemenosquiereuno- cuando, además de temores, hay círculos mal cerrados, mal copiados, mal eliminados, mal vaciados de la papelera. Lloraba como niña en presentes , se mordía los labios con sangre, con labial rojo con sabor coca cola vainilla –porqueamimegusta- se lamentaba por ese olvido de ni siquiera tener claro lo que había pasado hace dos noches o tres, según el calendario y el miedo, ese que le dejó su brinco de la mota olorosa a la piedra paranoica –soylibre-  al snif snif- deafueradelbaño- del bar mesita de centro de tu casa, espejo billete de a veinte –nomevoyaquejar-. Con ese mismo miedo a saltar,  agarró una noche sus cosas y se dejó caer. Sin romperse nada más que los labios mordidos y las uñas cortas de sentarse a esperar; los dientes blancos para sonreír; sacar la cabeza por la ventanilla del coche –paraagarraraire- antes de saltar de nuevo. Vas.

-  Estoy convencida de que vengo del futuro. Aunque no tenga pruebas ni recuerde nada. Eso explica lo demás.
-    


/Porque aunque no quiera estoy pensando
como pude alejarme de vos…/

-      -  Hada, ya despierta.

Hay un sonido roto en las bocinas viejas del cuarto ese, la guitarra marrana que no sabe si va o viene, o si es regué o es rock o blus, pero así se habían enamorado. Así, con “Pity” como poeta que incita con la voz rota, de fondo en el sonido ese,  y de reojo un pase o un beso o ambos, -meduelenoverte-  y cuando baila le duele no tocarla, ni verle las pecas, esas del pecho y arriba la sonrisa de lado; la nariz ceniza y los ojos extraviados cuando bailaba para él –sinsaberlohacer-. Se habían besado también con el sonido ese rasgado entre vasos rojos –desosdeloxxo- y latas aplastadas –detecatelait- acomodadas como en espira,l como esperando y ya no queda nada.

Estaba acostumbrada a sentirse distinta y aquella noche, que fue ella, no lo pudo soportar.

- Y ahora que no es necesario voy a ser como querías.

El pastel se quemó en el plato de winipu, igual que Pooni hace un año, cargados ambos de silencio. Formaron tantos planes que no hicieron nada más.

-      -  Hada, ya despierta.