jueves, 22 de diciembre de 2011

De Júpiter para Píldora (Parte II)

Los tiempos de los dos pasan, pasaron sin voltear, el aire que nos acompaña tiene dos matices, de un lado blanco, de otro lado carmín. Hasta hoy, nos tomamos fotos sin flash para evitar el brillo, nos rodeamos de versos (muy) mal escritos de poetas desconocidos que en sus ratos libres son oficinistas y siempre traen esa cara de aburridos, nos reímos, robamos tonaditas durante el día para ponerles letra durante la noche, no anotamos nada, improvisamos.
Te escribí una carta, era corta pero ya no se si en braille o en ingles – ya, tampoco se a donde vamos – Estamos perdidos en cualquier barco grande, muy grande, Titanic – iceberg- my heart will go on, chelindion. Hace frío y busco en mi chistera un conejo o una paloma, bromeo que soy Di’ Caprio y que te trazo desnuda y que te trazo sin ropa y que me pongo nervioso y que repito la “y” cuando estoy nervioso, y para variar sonríes cuando la mirada mía que ya es de tu propiedad (me dijo una gitana) se intenta esconder, vuelo y luego busco un carro viejo para hacer el re-make, ya sabes, pero recuerdo el final no del re-make, no escucho ni los violines ni el canto asesino serial del mar, espero, camino sin navegar, invento que tengo sueño para poder suspirar, listo, mírame.

- No estas tan feo.
- Lo sé.
- Quisiera saber.
- ¿Qué?
- ¿De donde vienes?
- De otro planeta, aun no descubro cual, pero de este no es.

Me miras con intriga, siempre lo haces, te miro con asombro, ese asombro que habla de posibilidad, el clima vuelve a ser el de ayer, el de hace un mes, dos, tres o seis, aterrizamos. Destapamos la sidra sideral.

- Salud.
- Es tarde, aun no sé tu nombre…

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